En todo pensamiento, o
percepción, o comunicación de una percepción, hay una trasformación, una
codificación, entre la cosa sobre la cual se informa y lo que
se informa sobre ella. En especial, la relación entre esa cosa misteriosa y, el
informe sobre ella suele tener la índole de una clasificación, la asignación de
una cosa a una clase. Poner un nombre es siempre clasificar, y trazar un mapa
es en esencia lo mismo que poner un nombre.
El trabajo con familias, permite identificar que "la información no llega al receptor como el emisor originalmente la envía", el mensaje viene cargado de contenido subjetivo, prejuicios sesgos, intencionalidad; un ejemplo de ello es la concepción que cada sistema familiar tiene de: riqueza, de política o de religión. Para algunos esto es una competencia, un precepto moral, una forma de vida. ¿Es la riqueza la ausencia de pobreza? ¿Es bueno quien cree en Dios y malo el que no profesa una religión? ¿es la competencia poder, es el poder política?
Reflexión: no es posible establecer quien tiene la razón o quien se equivoca, se hacen necesarias las diferencias de pensamiento ya que en ellas, el individuo esta llamado a la exploración a la divergencia a la autenticidad. En mi experiencia dentro de la intervención, buscamos continuamente que las familias se empoderen de sus posturas, con un dominio critico pero constructivo en donde las diferencias no los separan por el contrario los acercan.
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